Previous Page  44 / 48 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 44 / 48 Next Page
Page Background

DEL AZUL A

D

esvié mi mirada hacia la copa de vino para

que se diera cuenta de que su conversación

no me interesaba lo más mínimo, pero a aquel perso-

naje eso le daba igual. Siguió vehementemente con

su discurso como si creyera que dejar de hablar signi-

ficara desaparecer de la Tierra.

Tantas cosas interesantes a mi alrededor esta no-

che y me toca aguantar a este trasnochado galán, de

cabello teñido, traje azul marino y corbata de seda ro-

sa, que de vez en cuando, para que no te pierdas na-

da , apoya sus palabras con golpecitos en el hoyuelo

indefenso que tenemos entre pecho y hombro.

Nos iba dando lecciones hípicas sin que nadie se

las hubiera pedido, y pronto fue encasillándose en su

personaje refiriéndose a jinetes importantes utilizan-

do su nombre de pila, como si se tratara de íntimos

amigos, a los cuales conocía incluso desde antes de

que nosotros hubiéramos nacido.

Iba acompañado de una mujer, a la cual nos presen-

tó hablando de ella como un vendedor del mercado

de los miércoles de mi pueblo. Al final, para colmar

sus virtudes, dijo: “...además, tiene la carrera de Filo-

logía”. Ella escuchaba la descripción que hacía de su

persona aparentemente complacida, sin inmutarse.

Era evidente de que se trataba de una mujer sin

autoestima y estúpida. No solo por presentarse en

una fiesta acompañada por ese tipo, sino por permi-

tir que la vendiera en público de aquella manera. Aun-

que, si lo piensas, probablemente se trataba, una vez

más, de alguien con un mundo pequeño, donde sus

opciones creía reducidas a energúmenos como aquel

que la acompañaba esa noche.

Mi única preocupación era evitar que aquel grupo

de sufridores quedase reducido a un trío y de ahí no

se sale fácilmente, porque te sientes atornillado co-

mo la imprescindible pata de un taburete.

Describo estas situaciones, como lecciones hípicas

a cambio de paciencia. Raramente dicen nada que no

hayamos oído antes, y su discurso, por lo general ne-

gativo, va degenerando en lo ambiguo hasta el punto

de perder el hilo, la aguja, y el costurero entero.

Desde el otro lado de la barra del bar de catering,

se levantó un brazo que agitándose con la mano

abierta reclamaba a nuestro predicador. Se trataba de

mi amigo Felipe que, dándose cuenta de la situación

-porque estas situaciones se adivinan a una barra de

distancia-, iba en misión de rescate. Entonces se pro-

dujo algo tan habitual como imprevisto, y es que la

noche dio un vuelco radical lleno de posibilidades, co-

mo cuando una sirena olvida ponerse la cola de pez.

Nuestro personaje nos abandonó, pidiendo antes

perdón por todo lo que nos íbamos a perder, olvidán-

dose allí a la filóloga rubia.

Recompuse mi chaqueta, estiré las mangas de la

camisa que se habían ido encogiendo tanto como mi

ánimo, y tomé la copa para brindar con la chica, sin

plantearme siquiera si se trataba de un adiós o un

nuevo comienzo.

Ante la posibilidad de verse sola entre desconoci-

dos en un bar, estuvo rápida de reflejos y debió pen-

sar que mientras no encontrara nada mejor hablaría

con éste -que era yo-.

- No soy filóloga, soy profesora de inglés.

- Y él no es tu novio, es tu representante, que cono-

ciste en un barco del que no había posibilidad de es-

capar.

- Eres un maleducado.

- Sí, puede que lo sea, pero aquí no veo el mar por

ninguna parte y esto no es un barco, así que puedes

irte cuando quieras.

- ¿Y por qué no te vas tú?

44

>>

>www.angloarabe.net

«

Nos iba dando

lecciones hípicas sin

que nadie se las hubiera

pedido, y pronto fue

encasillándose en su

personaje refiriéndose a

jinetes importantes

utilizando su nombre

de pila”

Hacer el mundo más grande