Background Image
Previous Page  46 / 48 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 46 / 48 Next Page
Page Background

D E L A Z U L A L AMA R I L L O

46

Por Santiago Forn

Director de E

L

C

ABALLO

A

NGLO

-

ÁRABE

U

Un murmullo hizo que me girara para ver cómo el

maî-

tre

de La Brasserie du Lac estaba mostrando a contraluz

el mantel de celulosa que había cubierto nuestra mesa

aquella maravillosa tarde.

Curiosidad y perplejidad me llevaron hasta la caja re-

gistradora del restaurante, donde se había formado un

pequeño corro en torno a aquel rectángulo de papel ab-

sorbente. No tuve que preguntar, ya que pronto se dio

cuenta el responsable de que me debía una explicación,

y como Pepe Isbert, en “Bienvenido Mr. Marshall”, me la

iba a dar.

- Perdone, señor, pero cuando alguien escribe en un

papel sobre mantel suele quedar marcado lo que se ha

escrito y es posible leerlo perfectamente a contraluz,

pasando un lápiz...

- Ya, agradezco su explicación técnica de agente se-

creto al servicio del Presidente de la República, pero,

¿qué interés tiene para ustedes lo que yo haya escrito?

- En una ocasión, tras una reunión de unos señores,

descubrimos, mediante este sistema, un plan para efec-

tuar un atraco. Se lo pasamos a la policía y pudieron

evitarlo.

- Le aseguro que yo no pretendo cometer ningún ro-

bo, ni nada por el estilo.

- No, no me malinterprete. Lo siento, pero esta tarde

cuando me ha pedido el bolígrafo para escribirle una

nota a la señorita que le acompañaba, todos los que es-

tábamos sirviendo en la sala hemos sentido curiosidad

por conocer el contenido de la misma.

Pardonnez-moi

.

Dejé aquí el interrogatorio al

garçon

, zanjando el te-

ma con una sonrisa, un gesto amable y un

ne vous in-

quiétez pas

.

En ocasiones, en contadas ocasiones, existen encuen-

tros que traspasan a quienes los protagonizan. Una luz

mágica atrae al resto, y sin necesidad de que suceda

nada espectacular la atención de los anónimos que nos

rodean se va fijando en nosotros. Todos, por suerte, he-

mos vivido alguno de estos momentos de liviana embria-

guez de vanidad y placentera complicidad con quien nos

acompaña.

Llevaba casi quince años sin ver a Mlle. Tresor, y

aquella cita en Burdeos resultó tan especial como espe-

ciales fueron todas las que habíamos compartido antes.

Las señoras de mente rápida y con un toque de ironía

me parecen siempre muy interesantes, y si son de

París

ville

, entonces... entonces, irresistibles. No es fácil

mantener el ritmo y, a veces, el rito de escribir algo en

una servilleta te concede una tregua.

- Si existiera una pócima que me convirtiera en un

hombre joven, realmente atractivo e interesante, aun-

que tuviera posibilidad de usarla tan solo una vez en la

vida, la tomaría ahora mismo.

- Ya existe este elixir. Se llama vodka, y no eres tú,

sino las mujeres que van con hombres como tú las que

suelen tomarlo.

Y ahí fue cuando pedí, al camarero, el comodín del

bolígrafo.

La nota en cuestión, para decepción de los camareros

curiosos, únicamente contenía “Travesuras de la niña

mala”, título de un libro de Mario Vargas Llosa, que yo

le recomendé, igualmente, para que refrescara su es-

pañol.

Pocas horas después de este encuentro me reuní con

varios criadores de caballos franceses y un reconocido

periodista ecuestre, también galo. Todos los comenta-

rios, y no es nada nuevo, giraban en torno a los semen-

tales más interesantes. Coincidíamos en que no hay en

estos momentos un semental Anglo-árabe que destaque

claramente por encima de los demás. Me preguntaron

por los que hay en España (les prometo que me felicita-

ron, en aquel mismo instante, por la compra de “Equus

d’Olympe” por parte de AECCAá) y también en otros

países como Alemania o Estados Unidos. Pronunciábamos

los mismos nombres (yo, dos o tres veces cada uno para

que se me entendiera en francés) pero siempre acompa-

ñados de una mueca si no de desaprobación, al menos

de falta de entusiasmo. Seguía yo inmerso en el recuer-

do de la velada de ayer y dije con un toque de melan-

colía: “no se trata de que tengan muchas cualidades. Es

necesario que posean una única. Debe tener algo espe-

cial, que nos seduzca plenamente y que cuando lo veas

entren ganas de llevar una yegua a cubrir, aunque ten-

gas que alquilarla si no la tienes”.

Todos estuvieron de acuerdo.

En el pasado número de esta revista leí el artículo de

mis compañeros sobre el caballo “Carnaval”, y pensé

ojalá estuvieran hoy vivos “Daritchou”, “Conquista”,

“Carlomagno”, “Fines”... aquí, o “Inschallah”, “Pancho

II”, “Arlequin”, “Markus”, “Quatar”, “Garitchou”, “Lau-

danum”... allí.

¿Probablemente existan sementales de mejor calidad

que los mencionados y somos nosotros los que no sabe-

mos verlos con la lucidez que lo hacían los criadores de

hace veinte años?

¿Es necesario un camarero curioso para descubrirnos

que estamos viviendo un

tres bon moment

?

VISTA ATRÁS